martes, 13 de marzo de 2012

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CRÓNICA DE UNA RUTA ANUNCIADA


Toque de diana, las 05:45 h de la mañana y el despertador dice que ya es la hora. No han sido muchas las horas de sueño, más bien escasas, pero hay que levantarse con alegría, pues la faena que hoy aguarda es complicada y trabajosa. El protocolo no cambia, es el mismo ritual de siempre, salvo que esta vez la dosis de cafeína es algo mayor. Un último vistazo a la bike para comprobar que todo está bajo control y, up! Fuera de casa.

Que alegría, estamos más de los que en un principio cabía de esperar. Mejor así, eso es señal de que va a ser una ruta de lo más distendida.

Son las 06:30h, todavía noche profunda y aunque pardos, no vemos como los gatos, por eso llevamos focos, para movernos en la oscuridad con sigilo como estos. En la calle no hay movimiento, todo está en calma, parece que somos los únicos despiertos en medio de una ciudad dormida, sólo unos cuantos descerebrados como nosotros se les ocurre madrugar a esta hora tan caprichosa para marcarnos semejante guisa.

Comenzamos, como viene siendo casi habitual, remontando el camino de la Sevillana y enseguida un escalofrío nos rodea poniéndonos de manifiesto que el Invierno impone su riguroso toque y, es que, algunos prisillas vamos ya con el litúrgico envoltorio primaveral, pero eso no amedranta a nadie porque sabemos que la primera subida templará lo suficiente nuestra sangre como para darnos el calor que necesitamos. Además, la jornada va a ser larga y barrunta calor a media mañana.

Ah, y cómo se me iba a olvidar lo principal:

Protagonistas: Magnocola, Cikitraka, luismi, Louisito, Angel Antonio, Okta y Horus.
Alicientes: Los justos, los necesarios y los de esa mañana.
Planes: 125 km de incertidumbre y buen rollo.
Ingredientes: Todos con el mismo ánimo, las mismas ganas y con la misma sangre.
Panorama: Una mañana fresca, despejada y entera para nosotros.
Las máquinas: Fieles, sincronizadas y afines a nuestros cuerpos.

Llegando a Puerto Lápice, se empiezan a apuntalar ya los primeros esbozos de lo que va a ser un nuevo día, el cielo quiere pintar un azul celeste totalmente despejado, pero aún es pronto, aunque, como todos los nacimientos, es muy confortable ser testigo de cómo esto ocurre. No te cansas nunca de verlo. Es alucinante ser sólo hombres y disfrutar de cosas tan grandes.

De las siete almas que hemos salido, Cikitraka decide cambiar de camino y hacerse una ruta particular él solito , pero los demás proseguimos la marcha. A estas alturas nos encontramos en Puerto Lápice y se está empezando a levantar una suave brisa matinal que sin llegar a ser amenazante decide ponerse de nuestra parte y darnos un empujoncito. De repente, se empiezan a escuchar multitud de sonidos metálicos que rompen la monotonía del itinerario; son los rugidos de nuestras transmisiones que enfurecidas suben coronas a toda velocidad para adaptarse a la pendiente que tenemos enfrente. Iniciamos así la tortuosa subida a los molinos del Puerto. Dios mío, este sendero está cada vez peor, es casi como trepar por la dentadura de un tiburón, solo que en este caso todos los dientes están sueltos. Menos mal que la tortura dura poco, aunque, eso sí, los motores hasta llegar arriba han consumido una ingente cantidad de rico y útil combustible, pero para eso hemos venido y estamos preparados, es parte del juego y en este juego a los ases en la manga sabemos cuándo darles uso.

Tras coronar los Molinos iniciamos un fulgurante descenso a través del camino que, más que camino, es una pista rápida de velocidad y que se dirige hacia las sierras.

La brisa ya se ha convertido en viento, que aunque sin llegar a ser fuerte, se nos manifiesta como aliado. Mejor así, estas cosas mejor ni se discuten.

A golpe de biela llegamos a la casa de Don Luís, donde giramos a la derecha para apuntarnos otro tanto. Otro diente de sierra de los muchos que tiene el recorrido. Un pequeño rincón que esconden celosamente las sierras. Una joyita a la que reverenciamos con el máximo respeto cada vez que pasamos por aquí y que son de las cosas que nos motivan a seguir viniendo por estos lares una y otra vez.

A medida que avanzamos en silencio nos deleitamos con el ininterrumpido canto de multitud de pájaros que hay a nuestro alrededor. Así es como se manifiesta el bosque, con un auténtico recital de trinos mezclado con el sonido del viento al atravesar las ramas de los árboles. Entre otras cosas también hemos venido para esto, pero ahora nos toca subir el Tuerto. Es la primera gran subida de la mañana, la cual no se hace pesada porque es muy tendida y se deja llevar. Por esta zona prodigan muchos pinos, árboles prestados a este ecosistema hace más de 40 años como fruto de una reforestación.

Llegamos al final del camino y sin parar damos la vuelta para no perder mucho tiempo. La bajada es una auténtica alfombra, un firme en perfecto estado que no impide que nos divirtamos bajando como una exhalación. Enfrente de este camino y en su cruce con el camino de Valdezarza, despega el ramal de ascenso al camino de la Capitana, que con su pendiente del 23% de tierra y piedra suelta te deja cuando llegas arriba con menos aliento que un pez fuera del agua. Ahora queda hasta el camino de Valdehierro un rompepiernas que hay que tomárselo con total discreción, pues esa subidita del diablo te ha rejoneado igual que a un toro.

Todo marcha según lo previsto, el reloj dice que vamos bien de hora, así que lo mejor es andarse con cautela y no con prisa, tenemos el factor tiempo controlado, sigamos así.

De nuevo nos adentramos en otro pinar, esta vez estamos en el camino de los colmenares. Recibe este nombre porque hasta no hace muchos años en esta zona había instalados varios colmenares destinados al cultivo de la miel, pero que ahora evidentemente, como otras muchas cosas, han desaparecido de nuestros bosques. Con lo útiles que son las abejas para cualquier ecosistema. Las Administraciones podían haber gastado….mejor dicho, invertido el dinero público en estos menesteres y no haberlo malgastado en tantas cosas superfluas e innecesarias, al fin y al cabo, lo que es bueno para la naturaleza es bueno para nosotros.

Nos volvemos a incorporar al camino de Valdezarza dirección al acceso al camino del Cenicero, otra gran subida, que como la del Tuerto, se muestra dócil y nos permite una vez más disfrutar de lo que nos rodea. La escasez de lluvias de esta temporada ha mermado mucho el nivel del embalse que hay entre las dos vertientes. Este verano no sé qué va a ser de él. Una vez arriba hacemos una breve parada para comer algo y reponer fuerzas.

Esto aún no ha terminado, nos quedan más de 22 km para llegar al ecuador de la ruta y ahora sólo llevamos 40 km. Las piernas siguen respondiendo, será que no lo estamos haciendo del todo mal.

Nos dirigimos ahora al Alto de Consuegra (cruce de los cuatro caminos) y se van sucediendo continuamente entretenidas conversaciones entre nosotros, señal de que hay que romper un poco con el monótono movimiento de biela. Así y sin enterarnos llegamos a la puerta canadiense que abre el camino de Consuegra. Comenzamos a bajar a través de una rápida pista que nos viene de perlas para coger aire y lo terminamos haciendo por un camino asfaltado. 10 km de descenso y de pedaleo ligero que nos ayudan a soltar los músculos y quemar un poco de lactato, hay que quitar todo el lastre posible.

Cual grata sorpresa tuvimos cuando terminando el descenso de camino de Consuegra y como estaba anunciado, nos cruzamos con nuestros compañeros del turno de las 08:30h. Ellos subían por donde nosotros bajábamos. Fue un encuentro muy fugaz en el que algunos gritos de complicidad sonaron al unísono y , es que, da mucha alegría encontrarte con los tuyos en mitad de donde a nadie le importa.


El viento de momento sigue agasajándonos situándose a nuestra retaguardia, ya veremos a la vuelta…..

Enseguida llegamos al final del camino asfaltado para cambiar de dirección hacia el Valle la Galana. Se nota que ha sido un invierno seco, la falta de hidratación ha resecado demasiado la piel de la tierra, las asperezas quedan latentes, el camino está roto. Nuestras posaderas automáticamente se hacen eco de la situación, miles de impactos las agreden sin poder hacer nada para evitarlo y, lamentablemente es una de las pautas que van a marcar sin remedio todo el viaje de vuelta a casa. Es un daño colateral que tenemos que asumir con resignación, pero no pasa nada, mañana no nos acordaremos.

El Valle la Galana es una zona que técnicamente no entabla ninguna o poca dificultad, pero cuando llevas casi 60 km en las piernas, la verdad, no puedes evitar desviar tus pensamientos a que tal vez hoy te podías haber quedado en la cama con la excusa de que no te ha tocado el despertador, o bien por qué no has salido con los del grupo de las 08:30h……En fin, todos somos humanos, estas cosas pasan, son otro síntoma de la complejidad de nuestras mentes. Pero qué carajo, palos con gusto no duelen.

Por fin en la casa de los forestales el primero en llegar decide parar y hacer una pausa. Menos mal, porque si no para él ninguno lo hubiéramos hecho. Bendita parada, viene muy bien, más de uno la aprovechamos para degustar algún que otro brebaje azucarado. Vamos, rápido, prosigamos, que el tiempo no perdona. Sin prisa, pero sin pausa, reanudamos la marcha por el carreterín de Urda hacia el camino que sube por la espalda del Alto de Consuegra. A estas alturas el que más o el que menos ya hemos conectado el piloto automático, ahora funcionamos de forma más mecánica que cuando salimos por la mañana, el cansancio está haciendo mella y tenemos que controlar el ritmo y las pulsaciones. Es la única forma de llegar a buen puerto y completar los 55 km que quedan.

Se va haciendo todo cada vez más pesado, las reservas de glucógeno van agotándose paulatinamente, los niveles de acido láctico van subiendo en nuestros músculos, todo parece volverse en nuestra contra. Ya no cuenta lo que vamos avanzando, sino lo que nos queda. Comienza la cuenta atrás, sí, pero hay un factor muy importante a tener en cuenta, la obstinación. Esa fuerza que te mueve en los casos más extremos, la respuesta a muchos: Qué. Cómo. Pero…. Sí, esto suena bien, solo que nosotros ya estamos acostumbrados a echar mano de este último recurso, aunque a sabiendas de que no se puede estirar ni lo más mínimo y que, evidentemente es algo que te limita.

Todos han llegado antes que yo a arriba. No sé si están mejor que yo o si lo que pretenden es no llegar hasta el final, o quizá ambas cosas. Una vez que llego arriba decido no parar y los que están pendientes de mi llegada me miran, yo asiento con la cabeza. Toda una manifestación de voluntad por gestos. Sin palabras.
A partir de ahora todos los esfuerzos van a tener censura, esto sí, esto no, esto se permite, esto no……
Parece un poco exagerado, pero es verdad, sólo lo parece.

Hemos llegado a Fuente el Umbrión y nos encontramos con un montón de ciclistas de Consuegra y de Camuñas. Como conocemos a unos cuantos y mientras llenamos las camel, entablamos diálogo con ellos, ya sabéis: “De dónde venís….”Hacia dónde vais….”Adios…”

Seguimos nuestro camino y al poco de enlazar con el camino de Valdehierro Luismi tiene que parar a reparar un pinchazo que le trae en jaque desde la casa de los forestales. Hemos perdido 10 minutos pero el respiro no le viene mal a nadie.

Iniciamos un descenso de 5 km hacia nuestro próximo destino, los Campanarejos, y de nuevo otro suplicio para nuestro trasero, de por sí que no venía ya maltratado de la otra sesión, ahora, zas, otra dosis. Dueleee!!! Pero lo malo es que hasta el camino de San Isidro va a ser así, nada más y nada menos que 12 km de castigo pseudo masoquista….aún lo tengo dolorido.

Una vez en Puerto Lápice nos disponemos a coger el camino del Almaén a través de la vía de servicio de la A4. En este momento nos damos cuenta que el viento, ha cambiando de bando, colocándose a nuestra contra. En cierta medida nos afecta mucho la traición de tan etéreo elemento, ya las fuerzas van muy bien medidas, pero la suerte está echada y a estas alturas el destino de la ruta queda sellado.

Proseguimos la marcha, al menos sólo hay que mantener un ritmo sin altibajos y aguantar. No es difícil, pero hay que hacerlo. Si hemos aguantado bien hasta aquí, lo demás es pan comido. Hemos perdido parte de la percepción de lo que nos rodea que traíamos al principio, ahora sólo miramos adelante, hay que llegar al pueblo, es nuestro siguiente punto en el camino, la cosa no acaba ahí.

A la entrada de Herencia bajamos el ritmo y en eso que Lousito, Ángel Antonio y Okta deciden dar final a la ruta y quedarse en casa. Es una tentadora alternativa a la que es difícil oponerse, pero no se les puede achacar nada porque se han comportado como leones en una lucha sin cuartel frente a ellos mismos. Para casi todos ellos este va a ser su bautismo en las rutas centenarias. Será seguro una buena lección si saben sacarle partido.

Quedamos tres tipos duros y determinantes, o quizá debería decir tres pirados, No sé….de cualquier manera la ruta continua y Magnocola, Luismi y un sevidor estamos dispuestos a poner nuestra carne en el caldero para llegar hasta el final.

Subir los molinos de Herencia cuando se llevan 120 km a las costillas es un acto de los que os aconsejo probéis de vez en cuando. Una sutil tortura que profundiza en tu cuerpo como un plomo en el agua, pero lo bueno de todo esto son dos cosas, la primera es que siempre aprendes un poquito más a cerca de los límites de nuestra capacidad física y psíquica, y la segunda, que a la semana siguiente quieres más. Qué tendrá la adrenalina en sangre…

Gracias a todos los que habéis aguantado de ”PE” a ”PA” este parrafito y especialmente a todos los que hemos compartido aliento en esta larga aventura que, si Dios quiere, no será la última.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Teneis un par , muy buena cronica

Miguel Ángel dijo...

Me alegro que te haya gustado. He intentado ser lo suficientemente explícito para que cualquiera se pueda hacer una idea de lo más objetiva posible.

magnocola dijo...

JESUSSSSSSSSSSSSSS.

Rubén G. dijo...

Muy buena Miguel Angel.Que envidia me dais...Sois unos fieras los del Plato Grande Muy buena Miguel Angel.Que envidia me dais...Sois unos fieras los del Plato Grande!!! !!!

Miguel Ángel dijo...

A ver si te recuperas pronto y te unes a nosotros para que tus neuronas puedan probar una de estas rutas tan sencillicas que nos marcamos ultimamente.

Un abrazo y que te mejores rápido.

Rubén G. dijo...

Uff,ya queda menos(si se diera el caso)Aunque para esas mega necesito comer mucho arro.z ahoramismo,jjjj